La más pequeña sonrisa pura y delicada,
que brota de no importa donde, desde un corazón recto,
ante cualquier tontería de este mundo,
refleja una imagen y un rayo de Dios.
es una señal del Dios vencedor,
señor de la historia y de la eternidad.
Del Dios cuya sonrisa nos demuestra
que todo en definitiva es bueno (Karl Rahner)