DIOS ES ALEGRE
Cierto día un santo se detuvo donde nosotros.
Mi madre lo vislumbró en el patio
mientras jugaba con los niños.
- Es un verdadero santo -dijo mi madre-;
ve a su encuentro, hijito mío.
El santo, puesta su mano sobre mi hombro, me pidió:
- Mi niño, ¿qué quieres hacer?
- No lo sé. ¿Qué quieres que haga?
- No, dilo tú qué quieres hacer.
- A mí me gusta jugar.
- Entonces, ¿quieres jugar con el Señor?
Yo no supe qué contestar.
El prosiguió:
- Ves, si tú pudieras jugar con el Señor,
sería la cosa más linda del mundo.
Al Señor todos lo toman tan serio
que le hacen mortalmente aburrido.
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Juega con Dios, niño mío, pues él
es el más maravilloso compañero de juego.
Gopal Mukerji