Padre Bueno que estás en todas partes y nos proteges siempre.
Te pedimos por todos los jóvenes que sienten tu llamada a la vida religiosa. Dales fortaleza, valentía y generosidad.
Envíanos, Señor, más servidores para anunciar tu Reino.
El trabajo es mucho y los trabajadores son pocos.
Dales fuerzas a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas del mundo para que sigan tu camino, con fidelidad a la verdad.
Dales tu Espíritu de amor para que ayuden a todas las personas, como lo hizo tu Hijo Jesús.
Que trabajen por la justicia y la verdad sin desfallecer.
Te pedimos que los acompañes siempre.
Sigue llamando y que nosostros escuchemos tu Voz.
¿Qué quieres de mí? Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ayúdanos a ser como María, que siempre cumplió tu voluntad.
Que ella nos proteja, nos aliente y consuele, para que seamos capaces de decir Sí. Amén.