"Vivir de una forma más sostenible"
Desde el año 1987 se celebra cada 2 de agosto el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra. La iniciativa de esta jornada fue de Andrew Simms, miembro de la organización New Economics Foundation del Reino Unido. Con ella se pretende que toda la humanidad tome conciencia de cómo se están utilizando los recursos del planeta.
Así, el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra marca la fecha en la que, la necesidad de recursos y servicios ecológicos de la humanidad en un año concreto, supera lo que la Tierra puede regenerar en ese año. Para entenderlo mejor, sería como agotar el saldo disponible en una cuenta del banco y entrar en números rojos.
Este día de la sobrecapacidad es calculado por la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network), una organización de investigación internacional que ofrece a los que tienen que tomar decisiones una serie de herramientas para ayudar a la economía humana a operar dentro de los límites ecológicos de la tierra. Para ello analiza la evolución mundial de dos realidades: la biocapacidad (capacidad de regeneración biológica) y la huella ecológica (la necesidad de recursos).
De esta manera, la Sobrecapacidad de la Tierra está relacionada con la selección de una fecha (a partir del año 1970) que permite determinar la cantidad de recursos que ha consumido la humanidad en el término de un año, frente a lo que el planeta es capaz de producir.
Es así como, en este año 2023, la tierra entró en un déficit ecológico, debido a que la demanda de recursos y servicios por parte de la población mundial han superado ampliamente lo que el planeta puede regenerar en este año en materia de recursos naturales. Se piensa que para el año 2030 se necesitaría otro planeta tierra para poder suplir tal demanda y satisfacer las necesidades de las futuras generaciones.
Dada esta realidad, es urgente sensibilizar y concienciar a la población, porque todas las personas a título individual pueden hacer algo para vivir de una forma más sostenible. Por ejemplo, acabando con el desperdicio de alimentos en nuestro hogar, cogiendo menos el coche y otros hábitos diarios que podemos modificar para vivir de una manera más sostenible. Así se contribuirá a reducir el uso de recursos naturales y frenar la degradación ambiental.
Y, al mismo tiempo, se requiere la aplicación de políticas urgentes por parte de las entidades públicas y privadas que permitan cambiar el modelo que tenemos de producción y consumo. Con ello se alcanzará una relación más sostenible con nuestro planeta.