BEATA MARÍA TERESA FASCE
Nació en Torriglia (Génova), el 27 de diciembre de 1881, en el seno de una familia católica cuando ser católico no era fácil en Italia. Su contacto con los agustinos que atendían la parroquia Nuestra Señora de la Consolación de Génova fue el medio para conocer la espiritualidad agustiniana. La atracción que suscitó en ella la figura de santa Rita sirvió de mediación para su ingreso en el monasterio de Casia.
Cuando el Papa León XIII canonizó solemnemente a santa Rita el 24 de mayo de 1900, los agustinos hicieron pública la noticia a sus parroquianos. Así conoció Teresa la figura de Rita de Casia y decidió su vocación religiosa ya antes sentida. El monasterio de santa Rita de Casia la recibió como postulante en 1906 y vistió el hábito de agustina el día de Navidad.
La enfermedad y el sufrimiento fueron compañeros durante casi toda la vida de esta mujer de cuerpo frágil pero fuerte de espíritu.
Después de un breve período como maestra de novicias y de vicaria, fue elegida abadesa. Comenzó entonces su empeño por levantar un templo a santa Rita y divulgar la devoción a la santa de Casia por el mundo entero. La construcción de la basílica y la edición de un boletín en distintas lenguas, fueron dos felices intuiciones de María Teresa que han dado origen a lo que hoy es todo el complejo dedicado a la memoria de santa Rita. En torno al monasterio han surgido distintas obras sociales y asistenciales que han crecido fecundadas por la savia vital que les prestó la María Teresa Fasce. De 1920 hasta su muerte las hermanas la eligieron abadesa, convirtiéndose en “la Madre” por antonomasia durante veintisiete años. Creativa y audaz, vivió unida al amor seguro de Jesús de Nazaret.
Murió el 18 de enero de 1947, a los 66 años de edad, y fue beatificada por Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997. Comentó el papa entonces: “La familia agustiniana vive hoy una jornada extraordinaria, pues ve unidos en la gloria de los altares a los representantes de las dos ramas de la orden, la apostólica con el beato Elías del Socorro Nieves, y la contemplativa con la beata María Teresa Fasce. (…) La Iglesia presenta hoy a Teresa Fasce como brillante ejemplo de síntesis viva entre vida contemplativa y testimonio humilde de solidaridad con los hombres, especialmente con los más pobres, humildes, abandonados y afligidos”.