Dos amores han dado origen a dos ciudades
“Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí misma; la segunda se gloría en el Señor. Aquélla solicita de los hombres la gloria; la mayor gloria de ésta se cifra en tener a Dios como testigo de su conciencia. Aquélla se engríe en su gloria; ésta dice a su Dios: ‘Gloria mía, Tú mantienes alta mi cabeza’. La primera está dominada por la ambición de dominio en sus príncipes o en las naciones que somete; en la segunda se sirven mutuamente en la caridad los superiores mandando y los súbditos obedeciendo. Aquélla ama su propia fuerza en los potentados; ésta le dice a su Dios: Yo te amo, Señor; Tú eres mi fortaleza´´. (La ciudad de Dios, XIV, 28)
PRÍNCIPE no inteligente
regirá con mal criterio,
obstáculo es a su imperio,
vomitivo ante su gente
embaucador e inclemente.
Rostro severo y agraz,
boca hiriente y muy mordaz,
imposible de creer;
orden da de obedecer
supuesta ley pro la paz.
Nazario Lucas Alonso