Morir para no morir
“Muera yo para no morir, a fin de que vea tu rostro”. (Conf. 1, 5, 5)
Tú eres, Dios, mi salvación.
Muero yo para ir contigo;
mas si yo muero por ti,
contigo, Señor, yo vivo.
Viviendo veré tu rostro,
pues tú me salvas a mí.
Deseo tanto tenerte
y gozar de tu presencia
que hago real la esperanza
en plena y total vivencia
de tu paternal mansión,
fermento de mi alabanza.
Muero, Señor, en tu vida;
vivo, Señor, por tu muerte;
te amo, Señor, por tu amor;
deseo tanto tenerte
y tanto anhelo tu cielo
que muero en Ti sin dolor.
Nazario Lucas Alonso