¡Ay, José, que las sombras
ya se van acercando,
y si llega mi Niño
no podré contemplarlo!
Y José hizo fuego
y una luz encendió,
porque pueda María
contemplar a su AMOR.
Angelitos encienden
las estrellas del cielo.
Y la luna hace guiños,
sonriendo, a un lucero.
Juguetón vientecillo
en las ramas se mece
de un ciprés, que a la vera
de un camino se yergue.
Son las doce. ¡Ya llega
la Palabra hecha carne
en un Niño de nieve…!
Jesús mira a su Madre.
Y es el rostro de Ella,
lo primero que Él ve,
a la luz que encendiera
el bendito José.
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Carmelo de Cristo Rey (Tordesillas).