Que todos los días tengan alborada y crepúsculo.
Que los caminos y sendas que recorras te lleven siempre a tu destino.
Que nunca te falte la tarea, el alimento y el descanso.
Que descrubras encanto y gozo en cada paso y encuentro.
Que tu mochila se aligere para llenarla de esperanza y sueños.
Y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
Dios nos tenga en su regazo enseñándonos un nuevo abrazo de hermanos.
Florentino Ulibarri.