¡Hola, qué tal, cómo estás!
Me imagino que triste y abatido por las inundaciones que han tenido lugar en algunas provincias españolas, y que se han llevado por delante, casas, coches, tierras de cultivos y, sobre todo, vidas humanas.
En los comentarios de las personas que han padecido esta situación se ha escuchado decir: me asomé a la ventana y vi que corría agua por la calle, miré hacia arriba y se venía una tromba que arrastraba todo lo que encontraba a su paso.
Otros decían que en un instante se llenó la casa de agua. Alguno indicaba que logró sacar el coche del garaje de milagro. También estaban los que señalaban que habían aguantado horas entre el agua esperando ayuda.
Seguro que todos ellos se habían levantado ese día pensando en lo que iban a hacer, con quien iban a estar. Ninguno tenía previsto que ese día se iba a quedar sin nada, en la calle y, algunos otros, iban a perder la vida.
Ante lo ocurrido yo pensaba: qué frágil es la vida, la puedes perder en un momento, así como los bienes materiales que tengas. De ahí que San Agustín nos invita a hacer ahora, en cada instante, la elección del tipo de vida que queremos llevar:
“Es tan útil saber que el último día está llegando, como el no saber cuándo llegará. Así podremos no tener miedo de ese día y también amarlo. Está ahora en tu poder elegir qué vida llevar, antes que ese día llegue. Pero una vez que ha llegado, está posibilidad de elección no existirá. Así pues, haz tu elección ahora, mientras tienes tiempo”.
(Enarraciones sobre el salmo 36,1)
Oración:
“Señor, protégeme dentro del baluarte de tu amor y de tu misericordia”.
(Enarraciones sobre el salmo 16,8)