Convento San Agustín de Gerona
En un principio se fundó en la ciudad de Gerona un convento bajo la advocación de Ntra. Sra. del Pilar en 1584 por el P. Presentado Fr. Ambrosio Sicart, que estaba situado en la calle Pedret, ya que se les cedió esa iglesia a los agustinos. Los frailes fundadores procedían del cercano convento de Torroella de Montgrí y vinieron a la ciudad para estalecerse. No debía ser muy adecuado el espacio, porque en 1608 el Prior Fr. Miguel Colell consiguió licencia de las autoridades y del obispo Don Francisco de Arévalo y Zuazo para trasladarlo al Arrabal y se le dio la denominación de San Agustín, que se mantendrá hasta el final de su historia y estaba situado en el centro de la ciudad, al lado del rio Oñar.
El convento de Gerona pertenecía a la Provincia Agustiniana de la Corona de Aragón y a la parcialidad de Cataluña. En año 1640 comenzó la llamada “Guerra de Cataluña”, al rebelarse el Principado de Cataluña del Rey Felipe IV. La zona de Perpiñán y Gerona fueron el principal foco en los primeros momentos, aunque después se extenderá la sublevación a Barcelona y el resto de las regiones catalanas. El año 1641 estaba de prior de Gerona Fr. Pedro Tapia y residían de manera habitual unos 15 religiosos. En esta guerra los agustinos catalanes se dividieron en dos tendencias, los partidarios de la independencia y los favorables a la unión con la Corona Española. Gran parte de los residentes en el norte de Cataluña estaban a favor de la unión con Francia, como sucedía en la zona de Gerona. Otros priores destacados fueron Fr. Pedro Montat, Fr. Gabriel Verat, y el que fuera maestro de número Fr. Guillermo Gonialons.
Este convento estaba situado en un lugar estratégico de la ciudad, por lo sufrió mucho en los varios episodios bélicos que afectaron a la ciudad, por ello en 1673 fue cedida la parte norte del edificio para cuartel y servir así para la defensa. La fachada de la iglesia era monumental y daba hacia el río, por lo que se construyó un puente llamado de San Agustín, que hubo de ser reedificado por las crecidas del río Oñar. Poseía este cenobio una huerta grande de regadío y algunas otras parcelas.
La ciudad de Gerona, por su posición fronteriza con Francia, será objetivo prioritario de su ataque en el momento de la invasión francesa, que se agudizaron en el sitio que sufrió la ciudad en 1808, por lo que los religiosos tuvieron que abandonarlo. El resultado de esa guerra y los combates originaron la destrucción del cenobio agustino, del que no quedaba en pie en 1815 más que algunas paredes. Todavía los frailes intentaron una mínima reconstrucción y se mantuvieron en la ciudad hasta la exclaustración de 1835.
La parte aprovechable del edificio se adaptó como cuartel, algo habitual en los edificios religiosos tras la desamortización. En 1841 fueron subastados los restos y propiedades, y se adquirió por manos privadas el solar, distribuyendo en parcelas para su venta. Posteriormente se va a construir una plaza pública, llamada en la actualidad de la Independencia, aunque antes se denominaba de San Agustín.
Fr. Ricardo Paniagua