Convento de San Agustín de Santiago de Compostela
En Galicia había cuatro conventos pertenecientes a la Provincia de Castilla. El que tenía la comunidad más numerosa y cabeza de la región era de el S. Agustín de Santiago de Compostela, también conocido como de Ntra. Sra. de la Cerca, aunque fue de fundación más tardía que los otros conventos gallegos. Actualmente se conserva la iglesia que está en uso, y una parte del convento convertido en residencia de estudiantes, que pertenece a los Jesuitas desde mediados del siglo XX. El convento agustino estuvo habitado por unos 50 religiosos, y en el momento de la desamortización todavía vivían en él unos 30 frailes.
En el siglo XVI los agustinos del convento de Arzúa aspiraban a instalarse en el centro espiritual de Galicia y consiguieron que el arzobispo de la sede les concediera una ermita y una casa humilde cerca de la muralla de la ciudad. Aprobada esa donación por el provincial de Castilla, los agustinos se hicieron cargo de la casa en 1617, siendo su primer prior Fr. Francisco Villagutiérrez. Comprendiendo el Consistorio de la ciudad la escasez de espacio que tenían los frailes, les ofreció unas casas en una zona céntrica de la urbe. Después de muchos pleitos, se inició la construcción del convento con mucha lentitud, hasta que el conde de Altamira ofreció una huerta y casa, y donó una gran cantidad de dinero para la construcción en 1632. Desde ese momento avanzaron las obras de la iglesia y convento hasta completar el conjunto conventual.
La construcción de la gran iglesia se encargó al maestro Bartolomé Fernández Lechuga. El templo era de tres naves y poseía una fachada neoclásica y constituía un edificio de gran solidez, con gran cúpula. Muy pronto la iglesia recibió a muchos fieles de la ciudad que asistían a los oficios y ceremonias de los agustinos. A finales del siglo XVIII un rayo destruyó una de las dos torres de la fachada y ocasionó desperfectos en otras partes del conjunto. A las consabidas restauraciones de los años siguientes, se añadió en 1791 la construcción de una escalera principal y el claustro del convento, obras del arquitecto Juan López Freire.
El convento era casa matriz de los conventos del reino de Galicia, y daba el hábito y profesiones a los candidatos. También tuvo un colegio de Artes, bajo la advocación de San Fulgencio, así como cátedras de Gramática, Filosofía y Teología, algunas de cuyas materias se ofrecían a los seglares, así como la Teología Moral, con dos lectores para explicar esas materias.
Al llegar la Guerra de la Independencia los agustinos fueron expulsados de sus conventos y los franceses saquearon el edificio, dejando grandes desperfectos y la destrucción de gran parte del mobiliario. Los agustinos de Galicia quedaron separados del resto de los conventos, y en un contexto de guerra se reunieron los religiosos de los conventos de Galicia y convocaron un capítulo provincial, fundando una provincia para su territorio, y nombrando provincial a Fr. Joaquín Fontela. Avanzada la guerra el proyecto se quedó en nada, cuando todo volvió a la normalidad..
Uno de los hijos preclaros del convento fue el agustino Fr. Felipe de la Gándara, prior del convento de Santiago, que tuvo como principal empeño escribir la historia de Galicia. Fue prior del convento de Ntra. Sra. de la Cerca, del convento de Arenas de S. Pedro y del de San Felipe el Real, donde murió. Por su amor a la historia de su tierra la Junta del Reino de Galicia le nombró cronista oficial del reino, siendo el primero que ocupó esa cargo. Escribió tres tomos con apoyo de la Junta del Reino y una genealogía de apellidos gallegos. El P. Flórez se apoyó en sus escritos para confeccionar los datos sobre las provincias eclesiásticas antiguas de Galicia.
Otro agustino célebre de este convento fue el misionero Fr. Andrés Patiño, que profesó en el convento de Santiago en 1756. Pocos años después se unió en una expedición de agustinos que salieron hacia Filipinas, donde llegó en 1767. Trabajó en varios pueblos, destacando los más de cuarenta años en Tambobón y allí construyó tres puentes. Murió a la edad de 87 años. Además del trabajo en las parroquias, fue definidor de la provincia, prior de Manila y presidente del capítulo de 1790.
El convento de Santiago es uno de los pocos cenobios agustinos que ha sobrevivido a la primera de la desamortización, ya que en el siglo pasado fue adquirido por los Jesuitas. Hoy, en nuestra visita a la ciudad del apóstol, podemos admirar la fachada de la iglesia y del edificio conventual agustino.
Fr. Ricardo Paniagua