Historia y personajes

Escrito el 16/09/2021
Agustinos

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Los agustinos españoles en Filipinas

El descubrimiento de América produjo un flujo de misioneros desde España hacia las nuevas tierras. Los agustinos pronto arribaron a Nueva España, Nueva Granada y Perú, hasta el punto de crear varias provincias agustinas.

En la zona del océano Pacífico la Corona Española realizó varios intentos para acercarse a las llamadas Islas Molucas y, si era posible, a China y Japón. Aunque el viaje de ida no era difícil, la vuelta hacia América resultó imposible para las cuatro expediciones enviadas. Por fin, Felipe II preparó una nueva expedición a través del Pacífico que fuera capaz de encontrar la vía de vuelta a Nueva España y fijara los límites del Imperio Español en Oriente. Durante los preparativos el rey recibió informes sobre un antiguo marino y geógrafo que años atrás había viajado por la zona y tenía grandes conocimientos. En este momento vivía en un convento mejicano como fraile agustino. Este religioso se llamada Fr. Andrés de Urdaneta y pronto recibió la orden del rey para enrolarse en la expedición, contando con sus conocimientos para encontrar el camino de vuelta.

El viaje partió del Puerto de Navidad, en la costa mejicana del Pacífico, y se llevó a cabo sin contratiempos hasta la isla de Cebú, a donde se arribó en el mes de abril de 1565. Cuando los españoles desembarcaron en la isla se llevaron la alegría de encontrar en ella la imagen del Niño Jesús, que Magallanes había regalado a la reina de Cebú, cuarenta años atrás. Los españoles se posesionaron del archipiélago en nombre del rey Felipe II y, en su honor, le llamaron Filipinas.

Una vez instalados los españoles, Fr. Andrés de Urdaneta partió de vuelta con la finalidad de encontrar la ruta de regreso, “el tornaviaje”, que tanto tiempo se había resistido a los marinos españoles del Pacífico. Según los cálculos de Urdaneta, había que elegir una ruta ascendente hasta la costa de Japón para enfilar hacia el Este, ayudados por la corriente marina del Kuro-Sivo. El viaje fue un éxito y tres meses después arribaban al puerto de Acapulco. Había descubierto la navegación segura por el Pacífico y la ruta que seguirán los galeones, y que hicieron el viaje entre Manila y Acapulco durante trescientos años.

Junto a Urdaneta viajaron cuatro agustinos más: Pedro de Rada, Andrés de Aguirre, Diego de Herrera y Pedro Gamboa. Estos pioneros iniciarán una ingente labor, ayudados por nuevos agustinos que fueron llegando en los años siguientes. Todavía habrá que esperar a 1575 para que arriben a las islas los franciscanos, en 1585 los dominicos, en 1606 los agustinos recoletos y en 1641 los hospitalarios.

Los primeros agustinos, y los que se van sumando a la evangelización, extendieron la fe cristiana por las islas cercanas a Cebú y en 1671 se instalan en la recién creada ciudad de Manila, donde construyen su convento mayor. Al año siguiente se celebra el primer capítulo provincial. Fr. Diego Herrera viajó a España y de ahí pasó a Roma presentando al prior general la nueva provincia que fue agregada a la Orden. En 1594 ya había en Filipinas 35 conventos agustinos.

El medio elegido por los agustinos y por las demás órdenes que trabajaron en Filipinas fue diferente del empleado en las tierras americanas. Los religiosos usarían las lenguas vernáculas para la trasmisión del evangelio y no el castellano. Eso les hizo más cercanos al pueblo, en el que ejercían de sacerdote, médico, maestro y ordenador de la vida de los pueblos. Al no ser un destino de emigración para los  españoles, los frailes eran la representación principal de España y así lo fue hasta la independencia. Han trabajado en las islas unos 3.000 agustinos y más de 10.000 religiosos de otras órdenes religiosas españolas.

En los primeros años los misioneros procedían de los conventos agustinos de Méjico, pero, posteriormente y hasta mediados del siglo XVIII, eran reclutados en  los diversos conventos de las cuatro provincias agustinas españolas. Una vez que había un grupo suficiente de voluntarios se trasladaban a Sevilla o Cádiz para embarcarse en la flota de las Indias y seguir vía Acapulco a Manila. Con la construcción del colegio de Valladolid en el siglo XVIII saldrán de esta casa los misioneros hasta la independencia de Filipinas en un número superior a 2.000 religiosos.

La desamortización de principios del siglo XIX hizo desaparecer la orden agustiniana de España. Esta medida no se aplicará en las Islas Filipinas y también se excluirá a los seminarios que enviaban religiosos a Oriente, como era el caso del colegio de Valladolid. A pesar de la ideología fuertemente anticlerical del gobierno de España, se hicieron estas excepciones precisamente por la importancia que tenían las órdenes religiosas en el archipiélago. Gracias a ello, el colegio de Valladolid mantendrá su actividad misionera a lo largo del siglo XIX, y su existencia será la base más importante para la restauración de los agustinos españoles a finales de siglo.

                                                                                 Fr. Ricardo Paniagua