Música: Gregoire Lourne, Africa the Cradle of life
Las arras del Espíritu
Cristo nos dio las arras del Espíritu Santo; él, que no podía engañarnos, nos otorgó la plena seguridad cuando nos entregó esas arras, aunque cumpliría lo prometido aun sin habérnoslas dejado. ¿Qué prometió? La vida eterna, dejándonos las arras del Espíritu. La vida eterna es la posesión de los moradores, mientras que las arras son un consuelo para los peregrinos. Es más apropiado hablar de arras que de prenda. Estas dos cosas parecen idénticas, pero entre ellas hay una diferencia no despreciable. Si se dan las arras o una prenda es con vistas a cumplir lo prometido; mas, cuando se da una prenda, el hombre devuelve lo que se le dio; en cambio, cuando se dan las arras, no se las recupera, sino que se le añade lo necesario hasta llegar a lo convenido. Tenemos, pues, las arras; tengamos sed de la fuente misma de donde manan las arras. Tenemos como arras cierta rociada del Espíritu Santo en nuestros corazones para que, si alguien advierte este rocío, desee llegar a la fuente.
(San Agustín, Sermón 378)