Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

Escrito el 10/11/2024
Agustinos


Texto:  Ángel Andúijar, OSA
Música: K. Mc Leod. A very brady special

En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

La religiosidad falsa

Hoy el Evangelio nos pone en alerta ante dos modos falsos de vivir la fe, que Jesús critica con dureza.

En la primera parte vemos una fuerte llamada de atención sobre la conducta de los escribas. Este grupo de estudiosos de la ley judía se había encargado de ordenar la vida hasta el más mínimo detalle. A decir de Marcos, con ellos será con quienes más fuertemente choque Jesús, pues su modo de proceder está cargado de falsedades. Dicen, pero no hacen, imponen cargas que ellos no están dispuestos a asumir, su vanidad y el deseo de notoriedad les llevan a buscar puestos de privilegio adondequiera que vayan. ¿Cómo se comprende que un hombre de Dios busque lujos y notoriedad? Evidentemente, Jesús carga duramente contra ellos, tachándolos de hipócritas.

A continuación, Jesús fija su atención en lo que sucede en el tesoro del templo. Aparecen muchos cargados de riquezas, echando dinero en cantidad; en cambio, una pobre viuda echa apenas dos monedillas. Para Jesús, tiene mucho más valor ese donativo de la pobre viuda, que ha dado de lo que necesita para vivir, que todo lo que hayan podido echar los ricos, que no se privan de nada, pues echan de lo que les sobra.

Son dos denuncias claras por parte de Jesús que a nosotros nos tienen que hacer reflexionar. Somos humanos y tenemos ante nosotros la tentación de buscar el aplauso de los demás, de sentirnos importantes, de buscar privilegios y presumir de lo buenos y cumplidores que somos. Pero que estemos tentados no significa que tengamos que sucumbir. Todas las personas necesitamos hacer crecer nuestra autoestima, pero si no estamos alertas nos convertiremos en personas autorreferenciales, incapaces de mirar más allá de nuestro ombligo. Y, lo que es peor, creeremos que así estamos dando gloria a Dios y que nos estamos ganando su favor. Pero esa vivencia de la fe es absolutamente falsa y nos aleja de Dios, como también del prójimo.

El auténtico camino de la fe es el da la viuda pobre, el camino del desprendimiento, dando a costa del sacrificio personal, pero sin hacerlo para obtener ni el aplauso ajeno ni el favor divino. Es la fe gratuita, sin condiciones, fruto del amor nacido de la experiencia de encuentro con un Dios que nos ha amado primero.

En estos días estamos viendo a miles de personas voluntarias dar lo mejor de sí mismas para colaborar en la reconstrucción de las vidas quebradas en los pueblos valencianos. De igual modo, se están moviendo ingentes cantidades de dinero en donativos para conseguir paliar los efectos negativos del desastre. Si todo ello se hace por puro amor, por pura humanidad, sin buscar el lucimiento y el aplauso o el deseo de agrandar el ego, bendito sea Dios. Pero es importante estar alertas, para que, como dice el Señor, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.

Feliz día del Señor.