Miércoles XXVI del Tiempo Ordinario

Escrito el 02/10/2024
Agustinos


Texto:  José María Martín, OSA
Música: Mc Leod,  A very brady special

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mi. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. »

Ser como niños

En esta fiesta de los Santos ángeles Custodios Jesús nos propone acoger a los niños y ser nosotros mismos como niños. El mundo de los adultos es el mundo de la ambición, del dinero, de quién es el mejor, quién manda más, quién es el mejor jugador …El mundo de los niños está lleno de cosas de niños, cosas pequeñas a las que no damos importancia, ellos transmiten ternura.

Los apóstoles habían discutido por el camino sobre quién era el jefe del grupo. Los apóstoles físicamente estaban muy cerca de Jesús, pero espiritualmente estaban muy lejos. Le acompañaban con la maleta llena de ambiciones humanas. Le escuchaban, pero eran seducidos por las ambiciones del mundo. Jesús colocó en medio a un niño para enseñarles la lección de la confianza y del servicio.

Un niño no tiene prejuicios ni ambiciones ni estatus social ni puede pagar el bien que le hacen. Depende totalmente de los demás y ama sin condiciones.  Así es Dios, amor sin condiciones para todos.

Jesús fue el primero en poner como modelo un niño. Nosotros nos fijamos y tenemos como modelos a los triunfadores del deporte, la música, el cine… Jesús nos propone como modelo a un niño porque todos tenemos que ser como niños y vivir como niños ante Dios nuestro Padre

La medalla de oro de la Olimpíada Cristiana no es para el mejor predicador sino para el mejor servidor, no es para el más sabio sino para el más humilde, no para el más fuerte sino para el más sacrificado, no es para el que más manda sino para el que más sirve, no es para el más autosuficiente sino para el que reconoce sus limitaciones.

Solo si nos hacemos como niños comprenderemos que Dios nos cuida, que todos tenemos un ángel que vela por nosotros. No se trata de volver a la edad infantil, sino de recuperar la bondad, sencillez y confianza de los niños. Se trata de dejarnos conducir por Dios como un niño se agarra a la mano de su padre y sabe que no le va a fallar, porque le quiere. Así es Dios para nosotros.

No matemos el niño que llevamos dentro, el hijo de Dios que quiere nacer cada día. Adultos sí, pero niños e hijos de Dios siempre.