Domingo I Cuaresma

Escrito el 18/02/2024
Agustinos


Texto: José María Martín, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.

Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.

Después de que Juan, fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

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Dios no nos deja solos en la tentación

El mismo Espíritu que descendió sobre Jesús en el bautismo, es el que lo conduce al desierto para que sea tentado. Marcos no se entretiene en darnos a conocer un número preciso de tentaciones y de victorias de Jesús en el desierto, pues entiende que se trata del comienzo de una lucha que mantendrá a lo largo de todo su evangelio. Fue tentado también en el Huerto de los Olivos y en la Cruz, pero venció. Las tentaciones en el desierto expresan la lucha decisiva de Jesús contra los poderes del mal. En este pasaje hay un contraste muy marcado: Jesús durante estos cuarenta días es tentado por Satanás; pero vive pacíficamente entre alimañas y servido por los ángeles. Es posible que se refleje aquí, antes de comenzar la vida pública, aquella situación originaria del Éxodo, en el que, durante cuarenta años, Israel fue sometido a todas las tentaciones y a la vez fue objeto de los beneficios de Dios. Así es también nuestra vida: somos tentados, pero nunca va a faltarnos la ayuda y la gracia de Dios para seguir luchando. Una gran tentación es eludir nuestras responsabilidades y así vernos libres del trabajo que comporta una vida entregada a la misión que Jesús nos encomienda. Sin embargo, en nosotros hay una llamada a dejarnos guiar por el Espíritu, a optar por Dios como compañero de camino, nunca para manipularlo y servirnos de Él.

“Convertíos y creed en el Evangelio”. El contenido del mensaje de Jesús se expresa programáticamente en estas palabras. Pasó el tiempo de la espera, se acerca el reinado de Dios; los que deseen participar de los bienes del reino, han de convertirse y creer la Buena Noticia. El advenimiento del reinado de Dios pone al hombre ante la decisión, pues ha de cambiar de mente y de corazón; que esto es hacer penitencia. Sin embargo, se trata de un anuncio gozoso, de una buena noticia. La respuesta del hombre ha de ser un cambio gozoso, una salida al encuentro de Dios, que viene en Jesucristo a liberarnos. Necesitamos pasar por la situación de desierto para reforzar nuestra experiencia de Dios. Jesús salió también reforzado en el desierto.