Texto: Javier Antolín, OSA
Música: Autum prelude
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Jesús está en medio
El Evangelio de hoy termina con una afirmación que repetimos constantemente: “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” El capítulo 18 de Mateo se dirige a la comunidad cristiana y comienza recordándonos que cuando nos reunimos como comunidad, no lo hacemos, en primer lugar, por encontrarnos con los hermanos, ni por el sacerdote, ni por que esté mandado, sino porque Jesús nos convoca y nos reúne y se hace presente, esa es una de las presencias reales del Señor en su iglesia en todos los tiempos. Conviene recordarlo, siempre que oramos o escuchamos la Palabra, Jesús está en medio y es quien preside nuestras celebraciones.
Pero conviene no olvidar la primera parte del texto, pues también está presente en nuestra preocupación por los hermanos, es decir, porque Jesús nos convoca, nos sentimos responsables de la vida de los hermanos, de ahí la importancia de la corrección fraterna. No la practicamos porque seamos mejores que ellos, sino simplemente porque somos responsables y estamos interesados por su vida y no podemos dejar que ninguno se pierda. El Evangelio nos presenta también los pasos que hemos de seguir en la corrección fraterna, primero la corrección de tú a tú, pero habiendo presentado antes la intención a Dios en la oración, después si no nos escucha puede ser el momento de decírselo a otro hermano, finalmente a la comunidad. Precisamente, san Agustín toma este texto de san Mateo y lo introduce en su Regla, para que los que profesamos la vida común practiquemos la corrección fraterna en comunidad, siguiendo las indicaciones evangélicas.