Sábado II de Navidad

Escrito el 11/01/2025
Agustinos


Sucedió que, estando Jesús en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó diciendo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».

Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo:
«Quiero, queda limpio».

Y enseguida la lepra se le quitó.

Y él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo:
«Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírlo y a que los curara de su enfermedades.

Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración.