Texto: Jesús Baños, OSA
Música: Mc Leod, A very brady special
En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
“Señor, ábrenos”;
pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero
vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Puertas para delgados
Hay en este evangelio 5 eslabones encadenados: pocos, salvación, puerta estrecha y justicia - bondad (los de oriente y occidente), últimos. O, formulado por contrarios: muchos, perdición, puerta ancha, iniquidad, primeros (el “vosotros”).
Nos suena bien “vosotros”; nos suena bien “primeros” y nos suena bien “salvación”. No nos suena tan bien “los de oriente y occidente” (los demás, los otros); tampoco nos suena bien “los últimos”; y, por supuesto, no nos suena bien “condenación/ perdición” ... Pero son eslabones encadenados tal como los presente Jesús. Y no resulta fácil separarlos para quedarnos con los que nos gustan.
Me parece que la clave para la vida después de esta respuesta de Jesús está en los binomios “puerta estrecha – bondad/justicia” y “puerta ancha – iniquidad”. Resulta que en el menú evangélico la iniquidad/injusticia engorda y la bondad/justica nos mantiene en línea, en buena forma.
No nos adelgazan para ser de los pocos que pueden pasar por la puerta estrecha a la salvación los muchos sacrificios, los muchas penitencias, los muchos esfuerzos, los méritos de una voluntad esforzada; el haber comiso y bebido con el Señor muchas veces; ni el haber estado habitualmente en las plazas que Él ha enseñado, sino las muchas acciones de bondad y justicia; aunque los que las lleven a cabo sean de oriente y occidente, de “los otros”
En sintonía evangélica parece claro y evidente, pero no siempre lo entendemos así y sobre todo no siempre lo vivimos. Son eslabones, unido unos a los otros. Si optamos por la cadena equivocada nos quedaremos, muy orondos y con muchas puertas anchas atravesadas, a la puerta del banquete del reino de Dios que tiene la puerta estrecha porque amar desgasta, adelgaza.