Navidad con San Agustín

Escrito el 25/12/2024
Agustinos

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Navidad 25 de diciembre de 2024

Lc 2, 1-14

Tal como creemos, esperamos y deseamos, también nosotros seremos «gloria a Dios en las alturas».

En el evangelio de Nochebuena vemos como se anuncia a los pastores la gloria de Dios que ha nacido en un pesebre. La gloria se anuncia a través de los ángeles. María y José contemplan la gloria de Dios en ese momento con los divinos cánticos de alabanza. Nosotros, que no vimos ese instante de gloria, estamos llamados a contemplarlo un día en el cielo. Nosotros, también podremos cantar y unirnos a la alabanza. San Agustín nos invita a que, en este ahora de nuestra vida, nos preparemos para poder alcanzar esta dicha. ¿Cómo? Buscando la paz, apartándonos del mal y obrando el bien.

“Cuando se nos leyó el evangelio, escuchamos las palabras mediante las cuales los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento del Señor Jesucristo de una virgen: Gloria a Dios en los cielos, y paz a los hombres de buena voluntad. Palabras de fiesta y de congratulación no sólo para la única mujer cuyo seno había dado a luz al niño, sino también para el género humano, en cuyo beneficio la virgen había alumbrado al Salvador. En verdad era digno y de todo punto conveniente que la que había procreado al Señor de cielo y tierra, habiendo permanecido virgen después de dar a luz, viera celebrado su alumbramiento no con ritos humanos realizados por algunas humildes mujeres, sino con divinos cánticos de alabanza de los ángeles. Por lo tanto, digámoslo también nosotros, y digámoslo con el mayor regocijo que nos sea posible; nosotros que no anunciamos su nacimiento a pastores de ovejas, sino que lo celebramos en compañía de sus ovejas; digamos también nosotros -repito- con un corazón lleno de fe y con voz devota: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

Meditemos con fe, esperanza y caridad estas palabras divinas, este cántico de alabanza a Dios, este gozo angélico, considerado con toda la atención de que seamos capaces. Tal como creemos, esperamos y deseamos, también nosotros seremos «gloria a Dios en las alturas» cuando, una vez resucitado el cuerpo espiritual, seamos llevados al encuentro con Cristo en las nubes, a condición de que ahora, mientras nos hallamos en la tierra, busquemos la paz con buena voluntad. Vida en las alturas ciertamente, porque allí está la región de los vivos; días buenos también allí donde el Señor es siempre el mismo y sus años no pasan. Pero quien ame la vida y desee ver los días buenos, contenga su lengua del mal y no digan mentiras con sus labios; apártese del mal y obre el bien, y conviértase así en hombre de buena voluntad. Busque la paz y persígala, pues paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.  

Sermón 193, 1.