Reflexión agustiniana

Escrito el 21/12/2024
Agustinos

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El adviento de María

La clave para entender a María y lo que en ella sucede está en el saludo del ángel. Agustín, lleno de admiración, dice: "¡Oh llena de gracia en verdad! Así la saludó el ángel: 'Salve, llena de gracia'. ¿Quién sabrá explicar esta gracia? ¿Quién será capaz de agradecer lo suficiente esta gracia?" (Sermón 290, 5).

María, sin duda, es la más graciosa y agraciada del género humano, es la llena de gracia. Es la bienaventurada, sobre todo, por hacer la voluntad del Padre y cumplir su Palabra: "Hizo sin duda santa María la voluntad del Padre; por eso más es para María ser discípula de Cristo que haber sido la madre de Cristo. Mas dicha le aporta el haber sido discípula de Cristo que el haber sido su madre. Por eso era María bienaventurada, pues antes de dar a luz llevó en su seno al Maestro... Por eso era bienaventurada María, porque oyó la Palabra de Dios y la guardó; guardó la verdad en la mente mejor que la carne en el seno" (Sermón 72 A, 7). El gran mérito de María está en la observancia de la palabra de Dios (cfr. Comentario al Evangelio de Juan 10, 3), en la perfecta obediencia a los planes de Dios: "Sólo nació sin pecado aquel que engendró la virgen sin concurso de varón, no por deseo carnal, sino por obediencia espiritual. Solamente pudo propinar la medicina para nuestras enfermedades la que sin ninguna lesión de pecado dio al mundo el fruto bendito de su vientre" (De los méritos y el perdón de los pecados 1, 29, 57).

María era necesaria en el plan de Dios; para venir a nosotros, para que su Hijo se desposara con la naturaleza humana, fue necesario el seno de la Virgen María: "Cristo, nuestra vida, ‑dice Agustín en las Confesiones‑, bajó acá para llevarse nuestra muerte y matarla con la abundancia de su vida; con tonante voz nos llamó para que volviéramos a El en el secreto santuario de aquel Vientre virginal en que él se desposó con la humana criatura" (Confesiones 4, 12, 19). 

Agustín ve a María como la dignidad de la tierra, lo más digno que la tierra ha producido. En uno de los comentarios al Génesis, dice: "Y brotaba una fuente de la tierra y regaba toda su superficie. La superficie de la tierra, o sea el rostro o la cara de la tierra, es decir, lo más digno de la tierra rectísimamente representa a la Madre del Señor, la Virgen María, a quien regándola la inundó de gracia el Espíritu Santo, al que llama el Evangelio con los nombres de fuente y de agua a fin de que como tal limo formase a aquel hombre, Jesucristo, el cual fue colocado en el paraíso para trabajarlo y custodiarlo, es decir, fue colocado en la voluntad del Padre para cumplirla y guardarla" (Del Génesis contra los maniqueos 2, 24, 37).

Santiago Sierra, OSA