Píldoras de San Agustín

Escrito el 16/12/2024
Agustinos


 

Hola, qué tal, cómo estás.

Ayer se ha celebrado en la Iglesia el tercer domingo de adviento, conocido también como domingo de “gaudete”, que quiere decir, alegría, regocijo. De ahí que sea el domingo de la alegría.

Una alegría que, para los cristianos, no proviene de las calles iluminadas, de las tiendas llenas de productos para comprar, o de la acumulación de alimentos para las comidas y cenas de los próximos días.

Si bien todo esto ayuda a tener un ambiente de alegría, felicidad, familiaridad, lo que a los cristianos realmente les colma de gozo en este tiempo es el nacimiento de Jesús. Con él, sí que les ha tocado la lotería, el premio gordo.  

Y es que Dios, a través de su Hijo Jesús de Nazaret, ha querido mostrar a la humanidad el camino a seguir para llevar, aquí en la tierra, una vida con sentido, alegre, feliz. Todo ello, teniendo como punto de referencia, la meta prometida del Reino de Dios.

Así nos lo recuerda San Agustín en el siguiente texto:

“Las promesas de Dios parecían imposibles para los hombres: igualdad con los ángeles en lugar de mortalidad, de la corrupción, de la pobreza, de la debilidad, del polvo y las cenizas.

Dios ha establecido un mediador: no un príncipe o un ángel, sino su único Hijo. Dios ha querido, por medio de su Hijo, mostrarnos y ofrecernos el camino por el cual nos habría conducido a la meta prometida”.  

 (Enarraciones sobre el salmo 110, 3)

Oración

“Padre bueno, nos has amado tanto que no has reservado ni a tu único Hijo, sino que lo has entregado por amor a nosotros, pecadores. ¡Qué grande es tu amor por nosotros!”.

 (Confesiones 10, 43)