Texto: José Joaquín Ojea
Música: Bensoundcute
Buenos días, al leer en Corintios el siguiente texto: “Observad, hermanos, quiénes habéis sido llamados: no muchos sabios en lo humano, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes bien, Dios ha elegido a los locos del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes, a los plebeyos y despreciados del mundo ha elegido Dios, a los que nada son, para anular a los que son algo. Y así nadie podrá engreírse frente a Dios. Gracias a Él vosotros sois del Mesías Jesús, que se ha convertido para vosotros en sabiduría de Dios y justicia y consagración y redención. Así se cumple lo escrito: Quien se gloría que se gloríe en el Señor. (1 Corintios 1, 26-31)”, no he podido sino pensar qué gran incoherencia entre texto y la realidad que hoy vivimos, pero también la que vivió Pablo allá en el siglo I.
Si miro a mi alrededor, en mi empresa, en el ámbito político, allá donde ponga mi mirada, lo que realmente importa es aquello en lo que uno pueda destacar, mostrar superioridad frente al otro, el buscar el triunfo para mostrar una superioridad, ser el líder al que todos obedezcan, ser el que más dinero tenga, ser el que tenga más títulos, ser el que tenga más tierras raras, ser el que tenga más petróleo, o más diamantes…
Sin embargo, para Dios eso no importa nada, absolutamente nada. Dios te ha elegido a ti por ser tú quién eres… esta frase me recuerda una de mis semanas en Taizé, y el fundador de la comunidad de Taizé, se había marchado a Calcuta al funeral de Santa Teresa de Calcuta. En la oración del sábado por la noche, como no podía estar había preparado una oración. La frase que se me grabó a fuego fue la del cierre de la misma, que decía: “Gracias por ser como eres, buscando a Dios”.
¡Sí! Dios te ha elegido a ti, pese a tus carencias, pese a tus fracasos y éxitos, pese a que no impresionemos por nuestras habilidades sociales, pese a todo, Dios te ha elegido a ti, tal como eres. Porque Cristo es para nosotros victoria y plenitud o, en palabras de Pablo, “se ha convertido para vosotros en sabiduría de Dios y justicia y consagración y redención”.
Llevándolo a un mundo más terrenal, en tu familia, tu madre y tu padre, o tú como madre o padre, amas a tus hijos porque sencillamente son eso, ¡tus hijos!. Pues Dios que es mucho más que nosotros, ¡qué no va a querer a sus hijos tal como son!
Qué en cada día de nuestra vida, seamos conscientes de este amor de Dios a cada uno de nosotros sencillamente porque soy yo, sin importar si ese día he hecho grandes cosas para impresionar a este mundo, porque Dios me ha elegido.