Enfermos sin razón

Publicado el 14/01/2025
Agustinos


Texto: Agustín Alcalde, OSA
Música: Bensoundcute

Hace unos días presentaba a los asistentes de una Eucaristía de las semanas de Navidad, la necesidad de ser conscientes y no solo sufrientes de cuatro enfermedades. Entre ellas no entraba la gripe y otras enfermedades comunes que ahora pueden afectarnos.

Las cuatro enfermedades de las que hablaba no tienen cura fácil; pero, curiosamente, son curables. Aunque las cuatro no deberían existir en una vida sana y más consciente.

La primera es la ceguera vital,

la segunda, la sed crónica,

la tercera, la violencia injustificada y

la cuarta el desamor campante

1ª.- Somos ciegos porque no vemos bien lo que nos rodea (somos más bien distraídos), porque caminamos a lo loco (otros dirían que somos locos de verdad) y porque tropezamos siempre en las mismas piedras (aunque sabemos que las piedras nunca se repiten). La única cura es LA LUZ y hace más de 2.000 años Alguien nos dijo: “Yo soy la luz…” y ni nos enteramos.

2ª.- Estamos sufriendo una sed insaciable: sed de alegría, sed de felicidad… y sin embargo intentamos saciarlas yendo al dinero, al placer, al poder donde ya están llenos los cupos de tantos afiliados a sus intereses.

En cambio, nos quedamos con los labios abiertos y rajados, y, sin embargo, todo se arregla yendo a una fuente de agua pura y fresca como es Jesús que nos dijo, también hace más de 2000 años: “Quien tenga sed que venga a mí y beba”.

3ª.- La tercera enfermedad es la violencia que nace de la agresividad y nunca muere cuando nuestros sentimientos son belicosos y los que sufren esta enfermedad no entienden que lo que necesitan es un corazón nuevo que lleve a construir la paz. “Yo soy la paz” salió de las manos tendidas del Señor Jesús que todo lo puede, hace más de 2000 años.

4ª.- La enfermedad más grave, sin embargo, es el desamor. Llamado de otro modo, el egoísmo que es el ídolo más socorrido y usado por el ser humano, pensando sólo en sí mismo, en sus problemas, en sus sentimientos llenos de frialdad… como si de piedras se tratara. Un corazón duro es peor que una bomba de mano o de racimo en la guerra de los egoístas.      

Y en esta última enfermedad y también en las otras, para enfrentarlas, no nos faltan razones sino decisión para apostar por andar por otros caminos sin piedras, bebiendo en fuentes de valores, dar voces de paz y justicia.

Seguir los consejos claros de los tres o cuatro monos de la escultura japonesa de madera de Hidari Jingoro (1594-1634) donde un primer mono aparece con sus manos en los ojos para taparlos Y NO VER; en el segundo, con sus manos tapando los oídos Y NO OIR y en el tercero con sus manos tapando los labios Y NO DECIR nada. En la versión original se añade: No ver, no escuchar, no decir añadiendo siempre el mal, llamado Zaru (mal) en japonés como se dice Saru (mono) y así siempre estaremos en una confusión y mezcla bastante molesta de sonidos muy confusos.

Es importante, para concluir, estar aquí en estos “buenos días” pensando: ¿Habrá un 4º mono? Pues sí, y ese se propone como NO HACER y el mono se cubre su vientre.

Moraleja: Si vivimos una nueva presencia cerca de nosotros al comenzar este año, una nueva esperanza y alegría, se nos encenderá la luz de la fe y, con ella, Dios estará cerca, dentro y fuera de nosotros y no tropezaremos en la inconsciencia. BUENOS DÍAS