Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música: Bensoundcute
Una vida apasionante
A los grandes santos se les recuerda en el día de su nacimiento y en el día de su muerte. Este es el caso de san Agustín que nació en el pueblo de Tagaste (Argelia) el 13 de noviembre del año 354. Durante su juventud vivió lejos de las enseñanzas cristianas. Sin embargo, el deseo de llegar a la verdad, lo encaminó hacia Cristo. Se bautizó a los 33 años en Milán (Italia).
Con sus amigos decide vivir en plena comunión de bienes y corazones hacia Dios. Funda así diversas comunidades religiosas. En el año 391 es elegido para ser sacerdote de la ciudad de Hipona (Argelia). Posteriormente será obispo de dicha ciudad hasta el final de sus días.
Su vida, muy apasionante en lo humano, lo es también en lo cristiano. San Agustín, hombre de fe, que predicó y escribió mucho, se destaca sobre todo por vivir lo que enseñaba.
Su biógrafo y amigo, san Posidio, habla de cómo en varias ocasiones vendió los objetos litúrgicos para dar de comer a los hambrientos y asistir a los necesitados. Él repetidamente pide a la gente que no le regale cosas a él; sino que se las dé a los pobres, porque en ellos está Cristo.
Una de las actividades más penosas para él y donde ejercitaba toda su caridad, fue el atender con paciencia y comprensión a los que venían con sus pleitos cotidianos a buscar en él una palabra justa. Cumplía así la obra de misericordia que habla se sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Estas son palabras suyas: “Tolerando a los malos, les damos la oportunidad de hacerse buenos. No deben, por tanto, ser rechazados, a no ser que hayan sido pacientemente soportados”.
En los últimos días de su vida, gravemente enfermo, le tocó también animar, consolar y socorrer a las numerosas personas que, huyendo de la destrucción, causada por los bárbaros del rey Genserico, buscaban en la ciudad de Hipona y en su obispo, ayuda a su desgracia.
Murió a esta vida, que había comenzado el 13 de noviembre del año 354, el 28 de agosto del año 430 entrando así en la eternidad de Dios.