Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música: Acousticguitar
Una gran parte de los científicos, tratado del explicar el origen del mundo, dicen que todo surgió porque diversos elementos se unieron por “casualidad”. Y siguiendo este pobre razonamiento muchas personas, cuando no entienden algo, lo achacan a la “casualidad”. Incluso, igual tú, cuando algo te asombra dices: “¡Qué casualidad!”.
La casualidad poco a poco ha ido sustituyendo a Dios o a la llamada “Divina providencia”, que es ese cuidado amoroso con el que Dios hace todo y lo dirige todo para bien de todas sus creaturas.
Cuentan que un día los habitantes de la tierra quisieron establecer, de una vez por todas, quién fue y quien es el creador de todo. Como era una decisión importante lo pusieron a votación y salió como ganador la “Casualidad”. Desde ese día la Casualidad se convirtió en dios. Cuando la diosa Casualidad se enteró, sonrió para sus adentros, porque, hasta no hace mucho, siempre se la había considerado loca y caprichosa; pero ahora, ¡oh casualidad!, era la diosa creadora del universo.
Después de su entronización como diosa, en todos los templos de la ciencia y del progreso, la Casualidad comenzó a hacerse cargo del cosmos. Su actuación fue de desastre en desastre. Los peces comenzaron a volar y los pájaros a nadar dentro del agua. En pleno verano todo se cubrió de nieve. El sol se ponía a mediodía y brillaba a medianoche… Las personas pronto se convencieron de su irracionalidad y conspiraron contra ella. Cuando la diosa se enteró, dijo con amargura: “Los hombres sólo recurren a mí, cuando pretenden tapar la ignorancia de sus cerebros; pero cuando empiezo actuar, según mi manera de ser, me desprecian y rechazan”. Al momento, dejó su deidad y buscó al Dios de siempre para informarle de lo que sucedía. Este no se sorprendió ni se disgustó, únicamente comentó: “No entiendo cómo los hombres te pusieron en mi lugar, cuando yo te hice imaginaria y voluble; infantil y descuidada; grotesca e irracional”.
El salmo 13 afirma lo siguiente: “Dice el necio para sí: “No hay Dios”... El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo”.