¿Tienes o has tenido una mascota? ¿Has podido tener en tus brazos un cachorro? Recuerda o imagina tener al pequeño en tus manos, revive sus juegos, sus caricias con la lengua. Intenta vivir sus sentimientos. Y ahora cierra los ojos y siente que nososotros, que tú, eres el cachorro de Dios, que Él te cuida, te mima, se sostiene, te acaricia. Somos los cachorros de Dios. Reconoce que Él es grande y nosotros pequeños. Siente cómo te abraza y acaricia Dios. Ese es nuestro Dios. Reza hoy el Padre Nuestro, sintiendo cómo Él te cuida.