AMOR QUE DA VIDA
Una sonrisa tras la tapia
Ocurrió en una leprosería.
Los leprosos, excluidos del mundo,
vivían la monotonía de su vida:
pasear, saludarse, sentarse...
Más que el dolor de su enfermedad,
les dolía la soledad, el olvido y la marginación.
Pero había una excepción:
uno de ellos continuaba teniendo una mirada viva y luminosa.
A pesar de su enfermedad, aún sabía sonreír, dar gracias por todo y vivir con alegría.
¿ Por qué éste es capaz de sonreír y de ser feliz?, se preguntaba una de las religiosas.
Y se dedicó a "espiar" a aquel hombre para descubrir la razón.
Pronto se dio cuenta de que, cada día y sin faltar nunca, por encima de la empalizada de la leprosería, aparecía el rostro de una mujer que le miraba y sonreía.
El rostro de aquella mujer y la sonrisa eran el pan de su fuerza y el apoyo de su esperanza.
Cuando ella desaparecía, el hombre quedaba feliz y a la espera de su presencia hasta el día siguiente.
Al sorprenderle la religiosa, dijo sencillamente:
"¡Es mi esposa! Antes de traerme aquí,
ella me cuidaba a escondidas como podía:
me lavaba y aplicaba pomadas
por todo mi cuerpo enfermo,
dejando sólo un trocito en mi cara;
el justo para darme un beso.
Y desde que me han traído aquí, ella me ha seguido.
Cada día viene a verme y vuelvo a verla.
Sé que me continúa amando; sé que la amo;
sé que nuestro amor nos mantiene vivos...".
Raoul Follereau
Hoy, martes divertido. Sonríe a tus compañeros para dar vida. Acabamos de celebrar el Domund. Los misioneres son los que sonrien a los demás.