Dice San Agustín: Él no tiene..., tú sí. Si no eres capaz de dar la vida por él, al menos comparte tus bien. Si no lo haces así, ¿cómo puedes llamarte cristiano?
POEMA: LA LEY DE LA SOLIDARIDAD
No presumirás de ser un buen creyente
porque rezas oraciones a diario,
si no sabes compartir lo necesario
con quien vive en pobreza permanente.
Acreditas tu fe en forma consecuente
cuando eres con los pobres solidario
y conviertes tu oración ante el sagrario
en ofrenda y acogida providente.
Estar ‘religado a Dios’ -según la verdad-
reivindica transparencia en los criterios
y hacer de tu fervor acto de piedad.
Esta es la ley de solidaridad:
convertir el pan y vino en ministerios
y sellarlos con tu sangre en caridad.
P. Serafín de la Hoz
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