Santo Tomás de Villanueva
Es una de las figuras sobresalientes de la Iglesia española del siglo XVI y uno de los santos de mayor brillo en el calendario agustiniano. Nació en Fuenllana (Ciudad Real) en 1486 y murió en Valencia el 8 de septiembre de 1555. La educación recibida de sus padres y su paso como alumno por el convento de los franciscanos de Villanueva de los Infantes despertaron en él una particular sensibilidad por los pobres. Hizo su profesión religiosa como agustino el 25 de noviembre de 1517 en el convento San Agustín de Salamanca.
Los años en la Universidad de Alcalá, donde obtuvo el título de Maestro en Artes, dejaron en Tomás una profunda huella humanística. De Alcalá pasó a Salamanca. Ordenado de presbítero en 1518, los superiores le encomendaron distintas tareas de gobierno como prior, provincial, visitador… Su mayor empeño era la vida de las comunidades y la observancia responsable de las normas. También promovió el envío de misioneros agustinos al Nuevo Mundo. Confesor y predicador de Carlos V, al quedar vacante la sede de Valencia fue propuesto – contra su voluntad – arzobispo de aquella diócesis mediterránea en 1544.
Como obispo se distinguió por su tarea reformadora en la diócesis, su preocupación por la formación del clero y su entrega al servicio de los pobres. Ha pasado a la historia con el sobrenombre de “Obispo de los pobres”.
Al conocer la noticia el entonces General de la Orden Jerónimo Seripando, felicitaba a fray Tomás y a la diócesis valentina “que tendrá un pastor como lo describe san Pablo”.
Visitó una a una todas las parroquias, convocó un sínodo en 1548, fundó en 1550 el Colegio–Seminario de la Presentación para atender la formación del clero, asistió a los menesterosos e intentó la evangelización de los moriscos.
El obispo agustino expresaba su formación universitaria en la predicación y en sus escritos ascéticos y místicos. Sus fuentes preferidas eran la Biblia, los Padres de la Iglesia – con atención especial a san Agustín –, y los autores espirituales de la época.
Murió en 1555. Fue declarado beato en 1618 por Pablo V y proclamado santo por Alejandro VII el 1 de noviembre de 1688. Por su celo apostólico, su doctrina, su atención a los pobres y sus intuiciones pastorales, ha pasado a la historia como modelo de obispo.
Sus restos mortales se conservan en la catedral de Valencia. Está en curso su declaración como Doctor de la Iglesia.