“¿Amamos algo que no sea bello? ¿Y qué es lo bello? ¿Qué es la belleza? ¿Qué es lo que nos atrae y nos aficiona a las cosas que amamos? Si en ellas no hubiera una belleza externa y una armonía interna, no ejercerían atractivo alguno sobre nosotros”. (Conf. IV, 13, 20)
Despunta la mañana
con primores de luz y de rocío,
colores rojo y grana,
muy gallarda y con brío,
maestra de donaire y señorío.
Canta en la granja el gallo,
surcan cielos la alondra y el vencejo,
jovial trota el caballo
con el morro bermejo
disfrutando feliz de este festejo.
El pensil se ha hecho mar
tachonado de nácar y corales,
bello como un altar,
con colores vernales
envidia de azulejos y vitrales.
Sonoros son los pinos
a porfía con lilas y laureles;
mil armoniosos trinos,
sones de cascabeles,
ponéis polifonía en los vergeles.
Llegas, noche callada,
y fajas con penumbra el ancho mundo;
de estrellas la cascada
en el cielo profundo
infunde a mi ser bienestar jocundo.
Gracias doy a los cielos
que siembran la ilusión en primavera;
los humanos anhelos,
libres ya de quimera,
emprenden hacia el cielo la carrera
Nazario Lucas Alonso