“Y van los hombres a contemplar con admiración las alturas de los montes y los oleajes del mar, y los cursos anchísimos de los ríos, y la amplitud del océano, y los giros de las estrellas; y se dejan a sí mismos, y no se maravillan de sí”. (Conf. 10, 8)
Una canción te hiciste, Primavera;
llegaste con ternura y embeleso;
sellamos nuestro encuentro con un beso
y cruzamos del mundo otra frontera.
Serena, musical, brillante, pura
y grávida de luz y de templanza
con los años te has hecho mi añoranza
a la vez que mi estrella y mi ventura.
Me cuesta comprender que el tiempo pasa,
que el idilio no siempre permanece
y que el más puro amor también fenece.
¿Será que el fuego cuece humos con brasa?
¿Será que la amistad se ha vuelto lasa
y la canción se esfuma y desvanece?
Nazario Lucas Alonso