“Entonces me dirigí a todas las cosas que rodean las puertas de mi carne: ‘Habladme de mi Dios, ya que vosotras no lo sois’… Pregunté a la mole del universo acerca de mi Dios, y me respondió: ‘Yo no lo soy. Él ha sido quien me ha hecho”. (Conf. X, 6, 9)
Ya despertó el capullo
inquietado por céfiro vernal.
¿Lo dormirá el arrullo
tibio del pegujal
venido del color del manzanal?
¡No dormirá la flor!
Quiere madurar el fruto esperado,
quiere poner color
-verdoso o colorado-
en las blancas faldas del arbolado.
Hablan el sol supremo,
el follaje esmeralda, el agua clara
que corre hasta el extremo
con risa y algazara
y pone vida en reseca almajara.
Te espero como a niña
que adorna sus cabellos con claveles,
que admira la campiña
y campos de alcaceles,
frescura de esmeralda y mirabeles.
Primavera florida,
ven; derrama tus pétalos de harina
sin límite y medida
por valles y colinas;
dame escuchar las aves cantarinas.
Nazario Lucas Alonso