Orando con San Agustín

Agustinos


 

“Por consiguiente, la voluntad recta es el amor bueno, y la voluntad perversa, el amor malo. El amor que codicia tener lo que se ama es la apetencia; en cambio, cuando lo tiene ya y disfruta de ello, tenemos la alegría; si huye de lo que le es adverso, es el temor; y si lo experimenta presente ya, es la tristeza. Así, pues, estas cosas son malas si el amor es malo, y buenas si el amor es bueno”.   (La ciudad de Dios, XIV, 7, 2)

PRENDIÓ  antaño un ideal,

en dorada juventud,

alcanzado en plenitud

con intención muy cabal.

Fue mi ideal un conjuro

vivido en cada jornada

sin temer que nunca nada

me truncara mi futuro.

Aceptada donación

con pleno conocimiento

de que en este seguimiento

sólo existe vocación.

Exigencia de la entrega

cuando busca lo mejor:

decidirse por amor

para hacer leve la brega.

                   Nazario Lucas Alonso