“Por consiguiente, la voluntad recta es el amor bueno, y la voluntad perversa, el amor malo. El amor que codicia tener lo que se ama es la apetencia; en cambio, cuando lo tiene ya y disfruta de ello, tenemos la alegría; si huye de lo que le es adverso, es el temor; y si lo experimenta presente ya, es la tristeza. Así, pues, estas cosas son malas si el amor es malo, y buenas si el amor es bueno”. (La ciudad de Dios, XIV, 7, 2)
PRENDIÓ antaño un ideal,
en dorada juventud,
alcanzado en plenitud
con intención muy cabal.
Fue mi ideal un conjuro
vivido en cada jornada
sin temer que nunca nada
me truncara mi futuro.
Aceptada donación
con pleno conocimiento
de que en este seguimiento
sólo existe vocación.
Exigencia de la entrega
cuando busca lo mejor:
decidirse por amor
para hacer leve la brega.
Nazario Lucas Alonso