Alabar al Señor por la criatura
Contemplas la tierra y ves su hermosura, su fecundidad, sus energías, la generación de las semillas, la fertilidad de los campos, que, sin sembrar, reverdecen; contemplas, y con tu examen la interrogas, en cierto modo; la misma indagación es una pregunta. Cuando has indagado lleno de admiración y escudriñado, has hallado la cantidad de sus energías, la grandeza de su hermosura, la excelencia de su poder; enseguida te ha venido a la mente la idea de que no ha podido hacerse a sí misma y que viene de aquel Creador. Y lo que has encontrado en ella es como la voz de su confesión para que alabes al Creador (Comentario al salmo 144, 13).
Traspasa el color la luz
en las playas del Menor.
Me postro ante ti, Señor,
vencedor de muerte y cruz.
Tu creación me anonada
y no acierto a comprender
por qué la quisiste hacer
tan grandiosa y tan ornada.
Las aguas son cristalinas
y doradas las arenas;
liberan todas las penas,
hermanan hombre y salinas.
Gracias te doy, Creador,
desde mi gran pequeñez;
elevo con fe mi prez
suplicando tu favor.
Nazario Lucas Alonso