San Fulgencio de Ruspe. 3 de enero

Agustinos


La vida de Fulgencio de Ruspe transcurre entre los siglos V y VI en África. Tras leer el comentario de san Agustín al salmo 36, decidió abrazar la vida religiosa. Su vida monástica se inspiró claramente en el espíritu y el pensamiento agustiniano, hasta el punto de ser conocido como el Agustín abreviado. Fue un firme defensor de la fe y animador apasionado de la vida evangélica en común.

Vivió en una de las etapas más críticas de la antigüedad: la caída del Imperio Romano de Occidente y el nacimiento de un nuevo modelo de sociedad. El Imperio Romano de Oriente, posteriormente llamado Imperio bizantino, sobrevivió hasta 1453, fecha de la caída de Constantinopla, la actual Estambul.

La fortaleza de espíritu de Fulgencio de Ruspe se sobrepuso a las sangrientas persecuciones religiosas del siglo V y supo ser guía de monjes y laicos.

Aunque pertenecer a una familia de senadores podía ser una puerta abierta para ocupar cargos en la administración pública de su tiempo, la lectura de san Agustín influyó en su decisión de elegir la vida monástica. Pensó en una vida humilde y retirada, pero tuvo que aceptar el ministerio sacerdotal y, más tarde, el episcopado de Ruspe, ciudad costera del actual Túnez. Sin embargo, como su maestro Agustín de Hipona, continuó siendo monje y viviendo en comunidad. El mismo año de su consagración como obispo de Ruspe – hacia el 502 – sufrió el destierro a la isla de Cerdeña junto con otros obispos. Por su fama de teólogo fue llamado a la corte real de Cartago, aunque sufrió un nuevo exilio por enfrentarse al arrianismo. En Cagliari fundó un monasterio de monjes y se dedicó a una extensa producción literaria y teológica.

Al morir el rey Trasamundo, su sucesor cambió la política de relación con la Iglesia y llamó a todos los obispos desterrados. De este modo, Fulgencio regresó a su diócesis de Ruspe donde compaginó la vida intelectual y la participación en varios concilios, con el gobierno y la reforma de su diócesis.

Valoró el pensamiento agustiniano como magisterio seguro. La familia agustiniana lo considera miembro de pleno derecho. Parece muy probable que el monacato agustiniano llegó a Cerdeña por medio de Fulgencio de Ruspe.

En el centro de Francia se le profesa especial devoción porque, según la tradición, sus restos se veneran en Bourges.