BEATO GUILLERMO TIRRY
Guillermo Tirry, agustino irlandés del siglo XVII, hizo sus estudios en Valladolid, París y Bruselas. Le tocó vivir en tiempos de persecución a los católicos por parte del gobierno inglés. Apresado mientras celebraba la Eucaristía, fue encarcelado y condenado a muerte. La sentencia fue ejecutada el 12 de mayo de 1654. Murió por defender la libertad religiosa y la verdad católica.
Durante algún tiempo, Irlanda fue la “Isla de los sabios y de los santos”. Estos años dorados concluyeron a partir de la reforma protestante que desencadenó una cruel persecución contra los católicos. En este escenario histórico nace y vive el agustino Guillermo Tirry, miembro de una familia relevante en la vida política de la ciudad.
Nacido en la ciudad de Cork en 1608, ingresó cuando tenía dieciocho años en la Orden de San Agustín. Por razones de estudio, vivió durante años fuera de su país. Regresó a Irlanda unos años antes del levantamiento del Úlster (1641) y fijó su residencia en Cork, donde había una comunidad de agustinos. En 1646 fue nombrado secretario del provincial P. Dionisio O’ Driscoll.
Tras la llegada de Cromwell a Irlanda en agosto de 1649, el P. Guillermo tuvo que ejercer de forma clandestina el ministerio sacerdotal y permanecer oculto en el domicilio de un familiar. Traicionado y delatado, fue conducido a la cárcel de Clonmel la mañana del sábado santo de 1654. Se le ofreció la libertad a cambio de su adhesión a la doctrina de la reforma anglicana, pero no la aceptó. Acusado de traición, el tribunal, después de alguna indecisión, presionado por los militares, lo declaró culpable. Ser fiel a Roma se pagaba muy caro. La práctica pública de la religión católica fue prohibida y los clérigos católicos eran ejecutados en cuanto eran descubiertos.
Cuando se le anunció la sentencia de muerte, quiso vestir el hábito de agustino para ser ejecutado. Ya en el patíbulo, después de haber perdonado a quienes le habían vendido, suplicó la absolución de un sacerdote si por casualidad se encontraba alguno entre el gentío. Suponía, como así era, que estuviera el P. Dionisio O’Driscoll que había sido provincial y de quien había sido secretario.
Antes de ser ejecutado, exhortó a los fieles allí reunidos a mantener su fe religiosa y su fidelidad al papa. Murió ahorcado en 1654 y fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 27 de septiembre de 1992 junto a otros mártires irlandeses.