Reflexión agustiniana

Escrito el 30/11/2024
Agustinos


Parece que cuando Agustín habla de la alabanza hace referencia al canto, como si la verdadera alabanza fuese la del hombre nuevo que canta el cántico nuevo: “Alabemos al Señor con la palabra, la mente y las buenas obras; y le cantemos, conforme nos exhorta este salmo, un cántico nuevo. Pues así comienza: Cantad al Señor un cántico nuevo. El hombre viejo canta cántico viejo; el nuevo, cántico nuevo. El Viejo Testamento canta cántico viejo; el Nuevo, cántico nuevo. En el Viejo Testamento se hallan las promesas temporales y terrenas. Todo el que ama las cosas terrenas, canta cántico viejo. El que quiera cantar cántico nuevo, ame las cosas eternas. El mismo amor es nuevo y eterno; es siempre nuevo, porque jamás envejece. Pero, si atentamente lo consideras, esto es antiguo. ¿Cómo es nuevo? ¿Por ventura, hermanos míos, se constituyó ahora la vida eterna? Cristo es la Vida eterna… Todos los que se renuevan en Cristo con el fin de comenzar a pertenecer a la vida eterna, cantan el cántico nuevo” (Comentario al salmo 149, 1).

            Agustín insiste, también hablando del canto de alabanza, que no es sola la voz, que también las buenas obras cantan la alabanza de forma nueva, aunque mejor sería decir que la voz y las obras tienen que coincidir en el cántico nuevo, en el cántico de alabanza y para obrar adecuadamente, parece que Agustín apela a las obras de misericordia: “Con tímpano y salterio le salmeen. ¿Por qué echa mano del tímpano y del salterio? Para que no alabe sólo la voz, sino también la obra. Cuando se toman el salterio y el tímpano, las manos acompañan a la voz. Esto te sucederá si, cuando cantas el aleluya, alargas el pan al hambriento, vistes al desnudo y recibes al peregrino, pues entonces no sólo sonará la voz, sino que la acompañarán las manos, porque las obras concuerdan con las voces. Tomaste el instrumento músico, y los dedos acompañan a la lengua. Tampoco ha de callarse el misterio que encierran el salterio y el tímpano. En el tímpano o tambor se extiende el cuero y en el salterio se tienden las cuerdas; en ambos instrumentos se crucifica, pues, la carne. ¡Qué bien salmeaba con el salterio y el tímpano el que decía: El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo! Quiere que tomes el salterio junto con el timbal el que ama el cántico nuevo” (Comentario al salmo 149, 8).

Este cántico nuevo nace del amor y en él se aferra, ya que el amor es el que nos rejuvenece porque no se repite y es siempre nuevo: “Así, pues, para libraros de la vetustez de vuestra ruina amaos los unos a los otros. Considere, por tanto, Vuestra Caridad que, como fue predicho y prometido, esta casa está aún en construcción en todo el orbe de la tierra. Cuando se edificaba el templo después de la cautividad, se decía, según indica otro salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo; cantad al Señor toda la tierra. Las palabras: un cántico nuevo, equivalen a las otras del Señor: un mandamiento nuevo. ¿Qué tiene de peculiar el cántico nuevo sino un nuevo amor? Cantar es propio de quien ama. La voz de este cantor es el fervor del santo amor” (Sermón 336, 1).

            Que el cántico nuevo sea el amor es algo evidente para Agustín y lo afirma expresamente y sin tapujos, como algo que fuese obvio, ya que “el mismo amor es el cántico nuevo” (Comentario al salmo 95, 2). Pero es un canto que se canta con la vida más que con la voz: “Por él suspira todo nuestro amor, y canta el cántico nuevo. Sí, que cante un cántico nuevo, pero no con los labios, sino con la vida… Ahora bien, ¿quién es el que se ofrece a cantar bien ante Dios, tan excelente perito del canto, tan perfecto conocedor de todo, y con tan finísimo oído musical? ¿Cuándo vas a poder ofrecerle una tal maestría en el arte del canto, hasta el punto de no desagradar en nada a un oído tan perfecto como el suyo? Pero mira, es él quien te ofrece la modalidad del canto; no andes buscando palabras como para explicar de qué modo se deleita Dios. Canta con júbilo. Es así como se canta bien a Dios: cantando con júbilo. ¿Qué es cantar con júbilo? Comprender, pero sin poder explicar con palabras, lo que se canta con el corazón” (Comentario al salmo 32, 2, 1, 8).

Santiago Sierra, OSA