Reflexión agustiniana

Escrito el 26/10/2024
Agustinos


Toda la doctrina agustiniana, y toda su sabiduría consiste en conocerse a sí mismo y conocer a Dios, y este será también el método de la sabiduría: "El propio conocimiento nos es más grato, el de Dios más caro; aquel nos hace dignos de la vida feliz, este nos hace felices. He aquí el método de la sabiduría con el que el hombre se capacita para entender el orden de las cosas, es decir, para conocer los dos mundos y el mismo principio de la universalidad de las cosas, cuya verdadera ciencia es la docta ignorancia" (El orden 2, 18, 48).

El centro de todo el sistema agustiniano es el hombre, pero un hombre que quiere ser feliz, que busca anhelante la felicidad y que descubre que esta felicidad se encuentra en la sabiduría. Según Agustín todo hombre quiere ser feliz, pero no todos lo consiguen porque es necesario seguir un camino y a veces los hombres se equivocan en esto: "Todos queremos ser felices, esto es, todos tendemos, y, sin embargo, no todos los que queremos podemos, es decir, no todos alcanzamos lo que todos apetecemos. Alcanza la felicidad aquel que lleva un camino, en que no sólo se tiende a ella, sino que conduce a ella, dejando a los demás en el camino de tender sin el resultado de llegar" (Epístola 104, 12). Sólo Dios puede hacer feliz al hombre porque solamente dándosenos El mismo podremos serlo de verdad: "Tan sólo el que hizo al hombre hace bienaventurado al hombre. El otorga a sus criaturas, buenas y malas, tantos bienes; el ser, el ser hombres, el sentir, la energía, la fuerza y la abundancia de riquezas, y Él se dará a sí mismo a los buenos para que sean bienaventurados, pues es ya un bien suyo el que ellos sean buenos" (Epístola. 155, 2).

La sabiduría consiste en estar con Dios. E1 sabio está con Dios, pero los hombres que no están con Dios, no pueden estar sin Dios. Unos poseen a Dios y otros son poseídos por Dios. Estas dos maneras de ser son como dos tipos de participación en Dios, en la verdad. E1 estar con Dios seria la participación de sabiduría, mientras que el no ser sin Dios se podría llamar participación de simple existencia: “Porque los tales no me parecen que están con Dios, y, sin embargo, son poseídos por Él. Así no puedo decir que están sin Dios aquellos a quienes posee Dios. Ni digo que están con Dios, porque ellos no tienen a Dios. Pues ya definimos en la amenísima conversación de tu natalicio que poseer a Dios equivale a gozarle. Con todo, te confieso que me asustan estas proposiciones contrarias como son el no estar ni separado de Dios ni unido con Él” (El orden 2, 7, 20).

Estar con Dios significa también obtener la capacidad de expresarse como puro pensamiento, expresar la verdad pura que está en nosotros. En este sentido la sabiduría sería una dimensión de la interioridad, razón por la cual el volverse a sí es el primer paso para conocer la verdad. La verdad no se impone desde el exterior está en el corazón humano y el hombre la recuerda: “Mas ¿cuál ha de ser la sabiduría digna de este nombre sino la de Dios? Por divina autoridad sabemos que el Hijo de Dios es la Sabiduría de Dios; y ciertamente es Dios el Hijo de Dios. Posee, pues, a Dios el hombre feliz, según estamos de acuerdo todos desde el primer día de este banquete. Pero ¿qué es la Sabiduría de Dios sino la Verdad? Porque Él ha dicho: Yo soy la verdad. Mas la verdad encierra una suprema Medida, de la que procede y a la que retorna enteramente. Y esta medida suma lo es por sí misma, no por ninguna cosa extrínseca. Y siendo perfecta y suma, es también verdadera Medida. Y así como la Verdad procede de la Medida, así ésta se manifiesta en la Verdad. Nunca hubo Verdad sin Medida ni Medida sin Verdad. ¿Quién es el Hijo de Dios? Escrito está: la Verdad. ¿Quién es el que no tiene Padre sino la suma Medida? Luego el que viniere a la suprema Regla o Medida por la Verdad es el hombre feliz. Esto es poseer a Dios, esto es gozar de Dios” (La vida feliz 34). Ahora bien, como la verdad y Dios son la misma cosa, el sabio entiende a Dios. Y entendiendo una cosa se está con ella, así el sabio está con Dios, o mejor, está en Dios: “El sabio está ciertamente con Dios, porque también a sí mismo se entiende el que lo es. Esta es una conclusión derivada de lo que tú has dicho: que está con Dios el que lo abrazacon su inteligencia, y de lo que nosotros decimos, conviene a saber: que también está con Dios aquello que es objeto de la inteligencia del sabio” (El orden 2, 2, 5).

Santiago Sierra, OSA