La población de El Bonillo se encuentra en la provincia de Albacete, cerca de la Sierra de Alcaraz. Desde finales del siglo XVI los agustinos se instalaron en el pueblo y permanecieron hasta la desamortización en 1835. El convento pertenecía a la Provincia Agustiniana de la Andalucía.
El origen del mismo se encuentra en una fundación que dejó el clérigo Alonso López, entre cuyos bienes estaba una ermita dedicada a la Madre de Dios y un Hospital, así como un gran número de propiedades. Para gestionar esta herencia se buscaba una orden religiosa, ya que con sus rentas podía vivir holgadamente una comunidad. La oferta hecha a los franciscanos fue desechada y en 1588 se aceptó la de la Provincia Agustiniana de Andalucía, hecha por su provincial Fr. Rodrigo de Chaves.
Entre las condiciones puestas a los agustinos estaba la de tener Cátedra gratuita de Gramática. El acto de entrega de la ermita y hospital estuvo realizado de forma solemne por todo el concejo, alcaldes y regidores con los vecinos. Quedó así fundado el convento de “Madre de Dios” y se estableció la primera comunidad, dedicándose a la predicación y la atención de labores asistenciales. Una cuestión, a veces conflictiva con las parroquias del pueblo fue la fundación de cofradías, en que había cierta tirantez por razones económicas y de prestigio. En el siglo XVII se fundaron cuatro cofradías: Santa Lucía, San Nicolás de Tolentino, Sto Tomás de Villanueva, Ntra. Sra. de Gracia de Copacabana y Ntra. Sra. de la Soledad.
Esto denota que el convento tenía mucho prestigio en el pueblo a pesar de ser en su origen una comunidad pequeña, de unos cinco miembros, como corresponde a un convento en una zona rural. Sin embargo, a finales del siglo XVIII alcanzó los diecinueve religiosos, quince sacerdotes, tres legos y un corista. Así llegaron a la época de la invasión francesa con la dispersión de los religiosos. También sufrirán la primera desamortización del Trienio Liberal, en 1820, en que fue cerrado por tener un número reducido.
Pudieron volver los agustinos en 1823, concluido el Trienio, pero en 1835 se produjo la desamortización general que ocasionó el cierre del convento y la expulsión de sus residentes. El convento y sus propiedades fueron sacadas en pública subasta y vendidas al mejor postor. Los objetos religiosos se entregaron a la parroquia de Santa Catalina.
Hacia 1846 el convento ya estaba arruinado y había sido saqueado y sólo se conservaba la iglesia. La gran manzana que ocupaba se dividió en parcelas para construir viviendas, en las que se aprecian elementos y piedras del convento, usados como materiales de construcción.
Fr. Ricardo Paniagua