Miércoles II Tiempo Ordinario

Escrito el 22/01/2025
Agustinos


Texto: Javier Antolín , OSA
Música: Crying in my beer. Audionautix

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.

Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».

Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».

Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».

La extendió y su mano quedó restablecida.

En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

En varias ocasiones en los Evangelios se menciona que Jesús tenía la costumbre de ir los sábados a la sinagoga. Seguramente es algo que ha aprendido desde pequeño y aunque ahora ya ha comenzado su misión de anunciar la buena noticia sigue acudiendo los sábados, como un fiel judío, al lugar de la oración y la enseñanza. En esta ocasión se encuentra con un hombre que tiene una mano paralizada, pero los fariseos le estaban observando a ver si curaba en sábado, que estaba prohibido por la ley.

Jesús entiende que es bueno ir a la sinagoga, pero al mismo tiempo considera que hay que hacer el bien todos los días incluidos los sábados. Jesús presenta una imagen de Dios que está dispuesto siempre a ayudar, no hay separación entre el amor a Dios y al prójimo, como hemos escuchado hace unas semanas, no podemos decir que amamos a Dios a quien no vemos si no amamos al prójimo a quien vemos. Un fiel devoto puede ir a la sinagoga y allí mismo en ese espacio de oración tiene que poner en práctica lo que significa la verdadera religión, amar a Dios en el prójimo.

A veces vivimos como paralizados no somos capaces de actuar para hacer el bien, por algunos prejuicios, costumbres, leyes, miedos, etc. El hacer el bien siempre tiene que ir por delante y no se puede postergar. El ejemplo del Evangelio de hoy es patente. El hombre tiene una mano paralizada, pero los fariseos intentan frenar a Jesús, pero él ha sido enviado a liberar y sanar, por eso, al curar al hombre con la mano paralizada, aunque sea en sábado pone por delante el amor a cualquier tipo de regulación humana. Al final, comprobamos que los que están realmente paralizados son los fariseos pues su fidelidad a la letra de la ley les impide hacer el bien.