Texto: Jesús Baños, OSA
Música: Mc Leod, A very brady special
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
"No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si alguno no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos".
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
La sucesión de la línea apostólica en la vida de la Iglesia es la garantía de que el poder y la autoridad dado por Jesús a los “Doce” sigue siendo realidad en nuestro hoy por la presencia y la fuerza del Espíritu Santo.
Por eso la iglesia que formamos todos los bautizados, aunque solo los obispos sean los sucesores de los apóstoles, tenemos que seguir siendo los anunciadores de la buena noticia, los anunciadores del reino, los que se enfrentan con el poder y la autoridad de Jesús a la enfermedad y a los demonios que siguen presentes en nuestro mundo con nombres como soledad, violencia, mentira, guerra, injusticia desorientación, discriminación…
Hoy también somos enviados, invitados a ponernos en camino con la confianza puesta en el Espíritu Santo que anima esa fe que actúa por el amor; con la confianza puesta en Dios no en nuestras fuerzas o en nuestras cualidades con su forma de bastón, alforja, pan o dinero.
El mundo, este mundo en el que vivimos, las realidades en las que estanos metidos, necesitan escuchar el Evangelio como anuncio claro y traducido también compañía, justicia, pacificación, verdad, perdón, diálogo, amor…