Miércoles III Tiempo Ordinario

Escrito el 24/01/2024
Agustinos


Texto: Jesús Baños, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó, y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñó muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:
«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo:
«A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”».
Y añadió:
«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno»..


Escuchar y aceptar

La Palabra que nos llega por Jesús y en Jesús es la misma para todos. Pero no todos la reciben de la misma manera y solo fructifica cuando y donde es aceptada. Jesús lo tiene claro y nos lo enseña en la parábola del sembrador para aclarárnoslo a todos. La clave parece estar en lo que ocurre después de escuchar. Por eso la parábola – aclaración - es una invitación a revisar nuestra forma de escuchar esa palabra de salvación, nuestra forma de recibir al mismo Jesús.

Todos escuchan, pero a unos la palabra se la arrebatan nada más escuchar, otros la escuchan con ganas y alegría, pero no hay fruto porque el proceso se malogra a causa de la inconstancia o la dificultad; otros las escuchan sin fruto porque queda invadida por otras muchas cosas. Solo los que la escuchan y aceptan terminan dando fruto, aunque no todos en la misma proporción. El fruto de la Palabra que nos trae Jesús y que es Jesús es una vida arraigada en esa Palabra, orientada por esa Palabra, transformada por esa Palabra.

Aceptar la palabra escuchada es ser “tierra buena”; es saber escuchar. Esa es la llamada de hoy en el evangelio: estar preparado, dejar que la palabra cale hondo, darla tiempo, alimentarla y cuidarla hasta que se diluya y pase a ser parte de la tierra misma; hasta que sea parte de uno mismo. Hasta sabernos y sentirnos identificados con ella, con el mismo Jesús.