Texto: Maximiliano L. Garía Pelayo
Música: Amazing Grace - Kesia
Buenos días.
Hoy, 28 de noviembre, nos levantaremos, leeremos y escucharemos continuamente que los americanos celebran el “Día de Acción de Gracias”, una tradición que, aunque no es propiamente católica, me ayuda a invitaros a reflexionar sobre la gratitud.
Para los cristianos, la gratitud y “anunciar la esperanza” están profundamente unidas, porque al dar gracias reconocemos que todo lo que recibimos viene de Dios, fuente de todo bien. Y al dar gracias, no solo a Dios, sino también a los demás, vamos sembrando semillas de esperanza, como una cadena que también lleva al otro a ser agradecido. Podemos contagiar la gratitud, podemos transmitir la esperanza.
Esta actitud nos recuerda que la gratitud no depende de lo que tenemos o lo que nos falta, sino de reconocer que Dios nos sostiene incluso en medio de las dificultades.
Al escuchar en las noticias, post y demás que es “El Día de Acción de Gracias”, es también una oportunidad para renovar nuestra esperanza. Al mirar lo que hemos recibido con gratitud, seguro que descubrimos motivos para confiar en el futuro. Y con la idea de alguno de los escritos de San Agustín sabemos que Dios no nos abandonará; Él comenzó en nosotros su obra y no descansará hasta completarla.
Hoy, párate y tómate un momento para dar gracias: por las pequeñas alegrías, por los aprendizajes en las dificultades, y por la esperanza de un mañana guiado por Dios. Este espíritu de gratitud y esperanza nos prepara para el Adviento, donde recordamos que Dios cumple siempre sus promesas. Y en ese momento de dar gracias podrías empezar con esta pequeña oración:
Señor, gracias por todo lo que he recibido de tu mano.
Renueva mi corazón todos los días
para que viva con gratitud y esperanza,
confiando en que nunca me abandonas.
Que mi vida sea un reflejo de tu amor.
Amén.
Buenos días.