«El sentido del futuro está profundamente arraigado en los seres humanos. En cada momento pensamos, casi sin darnos cuenta, sobre lo que vamos a hacer más tarde, mañana, la próxima semana, el mes que viene o dentro de dos años.
Desde pequeños reflexionamos sobre cómo serán nuestras vidas y, una vez adultos, nos ilusionamos con el mañana de nuestros hijos y nietos. Planificamos nuestra carrera profesional, nuestro lugar de residencia, el futuro de nuestra familia y lo que vamos a hacer cuando nos jubilemos.
Ahorramos durante meses o años o nos adeudamos a largo plazo para obtener lo que deseamos. Y muchos hombres y mujeres, relativamente jóvenes y en excelente estado de salud, que están a años luz del final, hacen testamento o declaran su última voluntad sobre cómo disponer de sus bienes o asuntos después de la muerte.»
Luis Rojas Marcos, Nuestra incierta vida normal