Texto: Clara de Mingo
Música: Walk in the park
Normalmente, vivimos acostumbrados a una rutina. Es más, en esos días finales de verano, cuando estamos entre volviendo a trabajar, los niños no han empezado el cole ni las extraescolares, o quizás hemos vuelto a los ensayos con el coro o las clases de pintura, en esos momentos incluso se echa de menos una rutina.
Y, de repente, en ese falso oasis del día de la marmota, miras al calendario de reojo y ostras. Tienes que volver sobre tus pasos para confirmar que has visto bien la fecha. Sí, miércoles 20 de noviembre. XXXIII semana del tiempo ordinario. Me recuerda mucho a las jornadas de la liga de fútbol. Es cierto que hace algunos años la seguía con más asiduidad, cuando el Dépor estaba en primera, con esas primeras jornadas, los primeros puntos de los recién ascendidos… y ayer miraba el calendario y, madre mía, todos repartidos ya en la tabla, con un tercio de La Liga que ya se ha jugado.
Y es que parece que fue ayer cuando leíamos el Evangelio del primer día del tiempo ordinario: “Convertíos y creed en el Evangelio, […] venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Qué pedazo Evangelio para empezar un año, un tiempo litúrgico. Y así, se nos hinchó el pecho ese día, pensando “este sí, este es mi año, este es el año de dejarlo todo, de convertirme de nuevo y de renovar mi fe”. Y cargados de promesas, buenas intenciones e ideas hoy hemos caído en que apenas quedan 10 días para que comience el Adviento.
El Evangelio de hoy habla de un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles que negociaran mientras volvía. Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
Pues de la misma manera, quizás nosotros podríamos hacer hoy ese examen, ese repaso al año litúrgico. ¿Qué he hecho con todos esos propósitos y dones durante este año? ¿He dejado pasar simplemente un día, una semana tras otra sin aprovechar mi tiempo y mis dones?
Un detalle que me ha llamado la atención de este Evangelio es que menciona que “sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: no queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”. Es decir, esperaban que no volviera, para que no les exigiera lo que les había dejado; y también ellos tuvieron su castigo, puesto que no solo volvió, sino que volvió a reinar sobre ellos. Estos conciudadanos pueden ser aquellas situaciones o personas que hacen que nos alejemos de Dios, que tratan de impedir que cumplamos con nuestras obligaciones como cristianos, o que simplemente se hacen los locos para que nadie les exija sobre aquello que se les dio. ¿He sido capaz de reconocer estas situaciones, hacerme fuerte y sobreponerme? ¿Miro hacia otro lado cuando se plantea una situación en la que el hermano necesita mi ayuda para no tener que gastar mis dones?
Señor, hoy te pedimos que nos ayudes a caminar cada día, que distingamos uno de otro, que sepamos vivirlos no como una rutina, sino como una oportunidad de comenzar, de hacer el bien con los dones que hemos recibido.