Texto: Pilar Garrido
Música: Amazingrace
Hoy celebramos que en el año 430 muere uno de los hombres más influyentes para la Iglesia: San Agustín.
Fue el primer filósofo importante de la era cristiana, Doctor de la Iglesia y padre de la misma. Se curte en el estudio de la teología y la filosofía, dándonos dos obras de gran importancia para el pensamiento cristiano como son Las Confesiones y La Ciudad de Dios. Los que estáis o habéis estado vinculados a la familia agustiniana, bien le conocéis, sabéis de sus avatares con las herejías y de sus primeros años un poquito despendolado, pero también sabéis de la fuerza y poder de la oración por parte de Mónica su madre, por la que Agustín vuelve al camino recto
Siempre la existencia del mal en el mundo le preocupaba. En sus años difíciles, no tenia aun 20 años, tuvo un hijo, que se llamaba Adeodato. Después de coquetear con el maniqueísmo y seguir en su búsqueda de la Verdad, consigue una catedra de Milán donde escucha a San Ambrosio, lo que le abre los ojos y le hace volver a las enseñanzas de su madre. Fue el culmen de un largo y complejo proceso de conversión A partir de entonces se volcó por completo en su faceta de escritor y religioso.
Tras hacer penitencia y ser bautizado por San Ambrosio, se prodigó en la oración y las buenas obras, regresando al continente africano para serle útil a la Iglesia. Allí, una vez que fue nombrado Obispo de Hipona, defendió una filosofía de vida basada en la sencillez y escribió grandes obras importantes para la filosofía cristiana.
Hizo comunidades con sus amigos, el principio básico de la orden agustiniana.
Por ello hoy nos encomendamos a su protección.
San Agustín ¡Ruega por nosotros!