Texto: P. Miguel A. Herrero Gómez, OSA
Música: Amazing Grace - Kesia
¡Buenos días!
Despertemos esta mañana dando gracias a Dios por la hermosa Creación y el papel del hombre en ella. Para ello te invito a rezar pausadamente el Salmo 8:
¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.
Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar.
¡Señor, Dios nuestro,
que admirable es tu nombre en toda la tierra!
Este salmo contempla la majestuosidad de la Creación: los cielos, la luna, las estrellas. Y en medio de esa vastedad, se pregunta: ¿Qué es el hombre, para que tengas memoria de él, para que le tengas tan en consideración?
La respuesta está en la gracia divina. A pesar de nuestra pequeñez en comparación con el universo, Dios nos ha creado a su imagen. Somos sus amados, sus hijos. Él nos ha dado dominio sobre la tierra y nos ha confiado la responsabilidad de cuidarla.
Así que, cuando mires al cielo azul o estrellado o te enfrentes a los desafíos de la vida, recuerda que eres parte de un plan divino. Eres valioso, amado y llamado a reflejar la gloria de Dios en todo lo que haces.
¡Buenos días!