Texto: Quique Infante
Música: Acousticguitar
¿Os imagináis que alguien nos pidiera que resumiéramos el evangelio entero en un solo SMS? (Para los más jóvenes, un SMS es un mensaje que enviábamos con el móvil, que ocupaba la mitad que uno de Twitter… y que además costaba dinero enviarlo). Así, todos desarrollamos una habilidad inmensa para decir las cosas con pocas palabras y así gastar poco dinero. Teníamos 140 caracteres para expresar lo que quisiéramos decir y si no éramos capaces, nos tocaba pagar el doble.
Pues Jesús resumió su doctrina en una frase de 30 caracteres. Le hubieran sobrado 110, y nos dio el mandamiento más fácil de entender y probablemente uno de los más difíciles de cumplir. En vez de entregarnos cientos de normas y preceptos, sin negar los que había, nos dio un mandamiento nuevo clarísimo: “Amaos unos a otros como yo os he amado”.
Luego, años después, nuestro padre San Agustín, que era un auténtico mago de las palabras, nos dejó otra instrucción en tan solo 19 caracteres. Nos dijo “Ama y haz lo que quieras”. ¿Se puede decir más con menos? Yo creo que es complicado.
Pero decir amar es, siendo absolutamente exacto en el mensaje, una forma genérica de hablar. Y en este siglo somos más de consejos concretos, de aprender cómo se hacen las cosas, de aprender todo con técnicas y un poquito de coaching.
Así, si acudiésemos ahora mismo a un psicólogo, a un coach emocional o, por supuesto que sí, a un confesor o director espiritual con lenguaje moderno, modificaría la frase de San Agustín para decir “empatiza y haz lo que quieras”.
Para no ponerme yo especialmente creativo ni creerme muy listo, copio y pego la definición literal de la Wikipedia sobre la empatía. Viene a decir esta enciclopedia colaborativa de Internet que (abro comillas) “La empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos y perspectivas de otras personas. Implica ponerse en el lugar del otro, percibir sus emociones y responder de manera compasiva y comprensiva.” (cierro comillas)
Comprender y compartir los sentimientos; ponerse en lugar del otro y responder de manera compasiva y comprensiva. Ahí es nada, ¿no?
Porque cuando nos cruzamos con una persona empática, se nota. Ese prójimo que cuando nos acercamos con un problema o una petición es todo oídos. Que después de escuchar, comprender y actúa. Que cuando actúa siempre piensa en el otro porque se ha puesto en su lugar. Porque aplica esa maravillosa regla que dice “haz a los demás lo que querrías que hicieran contigo” (43 caracteres). Esa norma con la que os aseguro que es imposible equivocarse.
¡Buenos días!